27 jul 2012

Lo que Escocia me ha enseñado

Estoy seguro que, en unos años (o meses), miraré atrás y diré: en Escocia aprendí a viajar en bicicleta. No me refiero a andar en bicicleta, sino al arte de subir y bajar montañas, un día sí y el otro también, con veintitantos kilogramos de equipaje a cuestas; el arte de recorrer ochenta, noventa o más de cien kilómetros a través de parajes escabrosos, ocultos por la lluvia, el viento y la niebla. Desde el punto de vista físico y natural, Escocia ha sido -accidentalmente- un campo de entrenamiento idóneo. Las montañas de las Highlands me han obligado a emplearme al límite, pero la belleza de los paisajes ha sido una justa recompensa a mis esfuerzos. Hoy, que puedo escribir estas líneas desde la comodidad inalámbrica de un hostal en Edimburgo, habiendo dejado atrás las durezas de las montañas escocesas, puedo constatar que en estas tierras del norte de Gran Bretaña he aprendido varias lecciones que, sin duda, me servirán para el resto de mi travesía.

Como expliqué en mi post anterior, voy de regreso al sur. Cinco días de intenso pedalear me han puesto ya muy cerca de la frontera inglesa. En cinco días recorrí poco más de 520 kilómetros, desde la costa norte (el puerto de Scrabster, cerca de la ciudad de Thurso) hasta Edimburgo (pronunciado E-din-bo-RO en inglés), cruzando por Inverness, Fort William, Stirling y Falkirk. Mientras disfruto la convivencia internacional juvenil en el hostal Caledonian Backpackers por un par de días, miro los mapas y constato que, pedaleando hacia el este, estoy a tan sólo 90 kilómetros de Berwick-upon-Tweed, la más norteña de las ciudades inglesas. Ingresé a Escocia con poco menos de 1000 kilómetros en el odómetro, que ahora está registrando 2450. Han sido tres semanas y media de mucho esfuerzo, mucho sudor, pero también de gran satisfacción personal. Por eso, cuando abandone Escocia este domingo, miraré hacia atrás como quien ha superado una ardua prueba. En Escocia he tenido que pedalear en la lluvia y el frío, he tenido que luchar contra el viento, he tenido que subir y bajar montañas aterrorizantes. Pero también es un país con paisajes de película. No sé qué país europeo tenga los mejores paisajes, pero estoy seguro que Escocia debe estar luchando por los primeros lugares.

Glen Coe, uno de los valles más bellos (y turísticos) de Escocia 
Por cierto, he comenzado a subir videos de este viaje a YouTube. Uno de ellos muestra mi travesía por uno de los valles del parque nacional Loch Lomond and The Trossachs en el condado de Argyll & Bute, en Escocia. Otro muestra mi llegada a John O Groats, el punto donde terminé mi recorrido sur-norte de toda Gran Bretaña (1700 km) hace un par de semanas. Finalmente, otro video muestra una marcha musical en la ciudad de Inverness, en el norte de Escocia (este último video no lo tomé desde la bicicleta, sino en condición de turista).
El puerto de Scrabster, en el extremo norte de Escocia
 También he subido nuevas fotos a Flickr, algunas inéditas de las islas Orkney y otras de sitios en las Highlands escocesas por los que transité en estos últimos días. Para verlas, hagan click aquí. Es el álbum titulado The Scottish Highlands, Part II.
En la cima de una colina, cerca de Loch Ness
A partir del domingo estaré recorriendo la costa noreste de Inglaterra (Northumberland). Es una región plagada de castillos, monasterios y edificios medievales. Muchos de ellos fueron destruidos o dañados por las invasiones vikingas en los siglos IX-XII. Un lugar que desde hace tiempo tengo ganas de visitar es la abadía de Lindisfarne, en la Isla Santa (Holy Island). Quizá los paisajes de esta región de Inglaterra no sean tan espectaculares como los de Escocia, pero la riqueza cultural de esta región más que compensará por ello. Estaré publicando fotos e información relevante en los siguientes días. Hasta pronto!
Loch Taff, un pequeño lago cerca de Loch Ness


20 jul 2012

El largo regreso al sur

Mañana inicio el viaje de vuelta a la costa sur de Inglaterra, donde abordaré un ferry a Francia. He disfrutado estos días en las remotas islas Orkney, que han sido una de las sorpresas de este viaje (hace unos días ni siquiera sabía que existían). Pero ya me estoy cansando de este clima, que no parece entender que ya estamos en la mitad de JULIO y que 12 grados centígrados, combinados con fuertes vientos del Polo Norte y lloviznas esporádicas, no es aceptable ni disfrutable. No soy fan del calor, pero creo que no me haría mal experimentar temperaturas superiores a los 15 grados unos cuantos días, además de un poco de sol.

Así pues, me he dado a la tarea estos últimos días de crear una ruta ciclista que cumpla con tres criterios:
(a) Novedad (evitar pasar por donde ya vine)
(b) Topografía suave (evitar montañas y tramos muy empinados)
(c) Tranquilidad (optar por carreteras poco transitadas, que siempre son más disfrutables)

Considerando estos criterios, y utilizando mapas de carreteras (principalmente Google Maps) y uno que otro sitio de internet, he elaborado el siguiente itinerario. Menciono los lugares donde pasaré la noche. El punto de inicio es Scrabster, en la costa norte de Escocia (ahí llegará mi ferry procedente de Stromness en las islas Orkney):
File:Lochnessmonster.jpg
Voy a recorrer la costa de Loch Ness. Si
tengo suerte quizá logre ver a Nessie.

Jul-21: Helmsdale
Jul-22: Inverness
Jul-23: Fort William
Jul-24: Oban
Jul-25: Lochranza
Jul-26: descanso 1 en Lochranza (isla de Arran)
Jul-27: Paisley
Jul-28: Edinburgo
Jul-29: descanso 2 en Edinburgo
Jul-30: Berwick-upon-Tweed
Jul-31: Newcastle-upon-Tyne
Aug-1: Middlesbrough
Aug-2: Scarborough
File:LochNessUrquhart.jpg
Urquhart Castle, en Loch Ness
Aug-3: York
Aug-4: descanso 3 en York
Aug-5: Sheffield
Aug-6: Nottingham
Aug-7: Coventry
Aug-8: descanso 4 en Coventry
Aug-9: Cheltenham
Aug-10: Bath
Aug-11: Southampton/Portsmouth


Escencialmente, la ruta es así: bajar las Highlands escocesas por el oeste, hasta la isla de Arran; cruzar el corredor urbano Glasgow-Stirling-Edinburgh de oeste a este; bajar por la costa hasta Berwick-upon-Tweed (frontera Escocia-Inglaterra); seguir bajando por la costa de Northumberland y Yorkshire, hasta llegar a Scarborough; luego seguir tierra adentro, hasta York, y luego por las midlands hasta llegar a Coventry. Luego de Coventry, bajar por los Cotswolds y de ahí al sur por Dorset y Somerset, hasta terminar en Portsmouth o Southampton (ahí tomaré un ferry a Francia).



View Long ride to the south in a larger map


Las fechas son sujetas a cambios, pero es probable que la ruta se mantenga (salvo que aparezca información nueva que me haga cambiar de parecer, por ejemplo la existencia de una ruta alternativa más escénica). La longitud total es de 968 millas, o 1557 kilómetros, que recorreré en 18 días “activos” acompañados de 4 días de descanso. Al final de esta ruta habré recorrido más de 3,300 kilómetros en territorio británico, con lo cual creo que estaré muy bien preparado (al menos físicamente) para cruzar el resto de Europa. 

19 jul 2012

Las Highlands escocesas y las islas Orkney en fotos

Acabo de crear un álbum en Flickr con las mejores fotos que he tomado en el norte de Escocia. Chéquenlas aquí . Paisajes y sitios en las Highlands escocesas, la costa norte, y las islas Orkney.


La vida en dos ruedas

Varias personas me han pedido que escriba en mayor detalle sobre la experiencia de viajar solo en bicicleta. A raíz de esta petición, he reflexionado sobre algunos aspectos de esta nueva rutina, en la cual ya llevo casi 4 semanas. El primer aspecto importante de mi nueva vida cotidiana es la fugacidad con la que transito por pueblos, ciudades y sitios de hospedaje. Despierto casi cada día en un lugar distinto –a veces en una tienda de campaña, a veces en un dormitorio de hostal, otras veces en una habitación de hotel o de bed&breakfast. En los últimos 24 días me he hospedado en 22 lugares distintos. Cada mañana debo empacar mis pertenencias en mis seis alforjas (panniers), que van montadas en mi bicicleta. El proceso es cada vez más eficiente, pero aún dura al menos 20 minutos. 

El asunto de empacar suele ser caótico, es inevitable
La vista al interior de mi tienda de campaña. Es suficientemente
grande para mí y todas mis pertenencias, pero nada más.

El desayuno británico: tocino, salchichas, huevo, frijoles cocidos,
pan tostado, a veces jitomate y champiñones.
Luego de bañarme y desayunar, me preparo para subir al sillín de la bicicleta: coloco la computadora de viaje en su sitio (el aparato que me dice la distancia viajada, velocidad promedio, etcétera), me pongo el casco y los guantes, y si está lloviendo me pongo mis pantalones waterproof y mis botines de lluvia (básicamente, el plástico que cubre mis zapatos para evitar que se mojen). Ah, algo fundamental: rellenar las botellas de agua (llevo tres). Esto último es fácil de olvidar, y se paga caro. Cuando termino con todo lo anterior, reseteo la computadora de viaje, prendo el GPS (Garmin GPS Map 62s), y comienzo a pedalear.

La computadora de viaje, fotografiada al llegar a los 1000 km
(poco después de ingresar a Escocia, el 7 de julio)
Una vez que comienzo a pedalear, hay básicamente tres escenarios: uno, donde la experiencia es agradable desde el inicio. Es clara la ruta, el terreno es plano o ligeramente accidentado, y es fácil entrar en esa fase de relajación que los anglosajones denominan “the zone”. El segundo escenario es donde la navegación es difícil: no queda claro cómo salir de la ciudad, hay demasiadas calles y carreteras, demasiados vehículos, y resulta muy estresante avanzar distancias cortas. Este escenario aparece, obviamente, cuando uno está en una metrópoli considerable. El mayor riesgo son las glorietas –roundabouts, en Gran Bretaña- porque para un ciclista es complicado ubicarse en un carril específico. Y el tercer escenario es cuando la primera sorpresa del día es una subida larga o empinada. No llevas ni diez minutos pedaleando, y ya estás sudando! He descubierto que a los señores que fundaban ciudades en Gran Bretaña les encantaba fundarlas en valles y depresiones. Por lo tanto, este tercer escenario es muy común: si bien uno disfruta llegar “de bajada” a la ciudad, al día siguiente puede ser cansado y frustrante salir de ella. Las peores, de las que he visitado, son Camborne en Cornwall y Lancaster en Lancashire. Para salir de ambas, tuve que pedalear cuesta arriba 20 o 30 minutos. Esto quiere decir que, antes de llegar a “velocidad crucero” (la velocidad que alcanzo normalmente en terreno plano –en mi caso, es de 20-23 km-h)  ya estaba bañado en sudor y ya me había terminado una botella de agua, de las tres que llevo.

Cuando el día inicia así, sabes que la pasarás mal un buen rato
¿Cuánto tiempo paso en la bicicleta en un día típico? Mi computadora de viaje (Cateye Strada Wireless) me permite saber esta cifra, puesto que el cronómetro de viaje sólo se activa cuando estoy pedaleando. En mi recorrido de punta a punta en Gran Bretaña (Land’s End a John O Groats) pedaleé 97 horas 36 minutos en 21 días. Esto equivale a 4 horas 40 minutos cada día. En realidad, el tiempo que paso “en la carretera” suele ser mucho mayor, por todos los descansos que tomo (y que no están registrados en el tiempo mencionado). Una subida larga y empinada puede requerir muchos descansos breves. Durante esos descansos aprovecho para beber agua, checar el mapa de ruta, o incluso checar emails y Facebook. En el ascenso más difícil que he realizado (la carretera A939 que conduce al Lecht Ski Centre, cerca de Corgaff, en las montañas Grampians en Escocia) probablemente estuve más tiempo descansando que pedaleando. Con una inclinación de 20% (es decir, subes 20 metros verticales por cada 100 metros horizontales) me veía obligado, por el dolor en los muslos, a detenerme cada 100 vueltas de pedal (sí, las contaba). 



El cansancio y dolor muscular te obliga a reposar, cuando
menos un par de minutos


De hecho, he estado pensando que, cuando las pendientes son tan grandes, empujar la bici puede ser un modo más rápido de llegar a la cima que pedalear y tomar descansos constantemente. En el caso de Lecht Pass, el ascenso neto –desde Corgaff- fue de poco más de 300 metros sobre una distancia de 5 kilómetros, pero tardé una hora y media (y un litro de agua, y dos barras de chocolate) en realizarlo. Como consecuencia de lo anterior, cuando tengo que realizar ascensos largos y difíciles (es decir, cruzar montañas) prefiero limitar la distancia total recorrida a menos de 70 kilómetros, dado que sé que la velocidad promedio será baja (menos de 17 km/h). Y, por el contrario, cuando tengo enfrente un terreno plano, puedo recorrer más de 100 km porque la velocidad promedio puede ser superior a 18 o 19km/h.

Ascenso de 20% de inclinación, rumbo a Lecht Pass. Es una de
las carreteras más difíciles en Escocia, vaya que sufrí para llegar
a la cima.

¿Qué hago cuando llego a mi destino? Pues el primero paso suele ser buscar alojamiento. Si hace buen clima, acampar es una opción –siempre y cuando haya un campsite cercano. Si no, busco un hostal (suelen costar entre 15 y 20 libras la noche). Como último recurso están los B&B que cuestan entre 30 y 40 libras la noche. Suelo revisar las recomendaciones de mi guía (Cycling Britain), pero de otro modo salgo a dar una vuelta por el pueblo para ver qué encuentro, o realizo una búsqueda en Google con mi teléfono celular. Es importante que los lugares donde me hospedo tengan un lugar seguro donde pueda dejar mi bicicleta (bueno, aquí en las islas Orkney me convencieron de que prácticamente no existe el crimen, así que puedo dejar mi bicicleta en la calle). Después de instalarme y desmontar todas mis alforjas, me baño y salgo a comprar comida. Ah, olvido una rutina importante! Como sólo tengo 2 juegos de ropa ciclista (jersey, bibs y calcetines) siempre –siempre- debo lavar uno luego de usarlo. El lavado es a mano y bastante rudimentario, pero suele ser suficiente. Luego dejo la ropa secándose toda la noche.

En cuanto a la comida, procuro comer mucho y gastar poco. Si el lugar donde me hospedo tiene cocina, o si estoy acampando, la opción es comprar mis propios alimentos y cocinar. Aún en los pueblos más pequeños hay tiendas que venden pasta y cosas básicas. Pero a veces me gusta darme el lujo de comer en restoranes. A veces tengo mucho antojo de comida india, y en particular de Chicken Tikka Massala, mi platillo favorito.

Pasta al pesto, cocinada con mi estufa de camping



Chicken Tikka Massala en un restorán indio en Inverness

Un aspecto importante de mi vida cotidiana es que paso mucho tiempo solo. Estar solo no me ha resultado difícil o deprimente, pero procuro comunicarme con amigos y familiares por distintos medios (emails, redes sociales, mensajería instantánea). También converso bastante con locales: afortunadamente, los británicos suelen ser amistosos y no es difícil entablar la conversación con ellos en muchos sitios. En particular, suelo conversar, aunque sea unos minutos, con los dueños de los hostales, campsites y B&B. Además, al viajar solo tengo tiempo para hacer todo lo que no tenía mucho tiempo para hacer en México: leer, escribir, incluso ver la televisión de vez en cuando. Y más importante aún: al viajar solo gozo de una libertad plena, una libertad como nunca antes había experimentado, porque cada día está lleno de posibilidades que me siguen emocionando.

 ¿Preferiría estar viajando con un amigo? Por supuesto que sería divertido, pero creo que no es tan fácil como suena. De Lancaster a Braemar (7 días, 640 km) estuve pedaleando con un amigo alemán, y me di cuenta de varios temas problemáticos para dos ciclistas que viajan juntos. Primero, la condición física: mi amigo tenía mejor condición, y por lo tanto era bastante más rápido. Me tenía que esperar, a veces un cuarto de hora o más, en la cima de colinas y montañas. Luego, la disparidad de equipajes. Yo estoy viajando con mucho equipaje, porque voy preparado para viajar todo un año, llevo equipo de camping y reservas de alimento, etcétera. Mi amigo llevaba poco equipaje, su viaje estaba previsto para unos cuantos días. Esta disparidad exacerbaba la disparidad de velocidades antes mencionada. Bueno, pero la velocidad de viaje sólo es un tema de conflicto potencial. Hay otros: decidir dónde almorzar, dónde cenar y dónde hospedarte resulta mucho más complicado cuando viajan dos personas y no una. Diferencias en gustos, presupuestos y estados de ánimo pueden derivar en largas y complicadas discusiones para tomar estas decisiones tan básicas. En fin, creo que viajar solo en bicicleta tiene ventajas y desventajas respecto a viajar acompañado, pero hasta este momento he disfrutado mucho la experiencia a pesar de la intermitente soledad inherente a este proyecto.


18 jul 2012

Se me acabó la tierra (misión cumplida!)

Luego de 21 días de pedalear, y tras haber recorrido 1711 kilómetros, el pasado lunes 16 de julio finalmente llegué a John O Groates, con lo cual finalicé el recorrido de punta a punta de Gran Bretaña. Literalmente, se me acabó la tierra. Obviamente, en la meta no había nada ni nadie, pero a mí no me importaba. Pude hacer realidad lo que hace apenas unos meses, o incluso semanas, era sólo un sueño. Cuando comencé a pedalear en Land's End, hace menos de 4 semanas, estaba en mala condición física y creí que quizá tardaría meses en llegar a John O Groats. Pero el cuerpo se acostumbró rápidamente a la rutina ciclista. Pedalear cinco horas efectivas al día es cansado, pero no agotador. Cruzar Gran Bretaña en bicicleta es una cuestión de voluntad y determinación, no de condición física: en el camino conocí a personas de más de 60 años que realizaban el mismo recorrido. De hecho, un hombre llamado David, de Nottingham,  realizón un recorrido paralelo al mío: lo conocí en Appleby, en el norte de Inglaterra, hace dos semanas y luego lo volví a encontrar en John O Groats. David tiene 66 años y completó su travesía casi en el mismo tiempo que yo. La edad promedio de los ciclistas que encontré en el camino debe ser de más de 50 años. Claramente, la edad no es un obstáculo para viajar grandes distancias en bicicleta!
Donde se acaba la tierra: John O Groats, en el extremo noreste de Escocia

Luego de llegar a la meta, me di cuenta que ya no tenía una ruta en concreto. El plan había sido llegar a John O Groats, pero, ¿y luego? Había estado pedaleando hacia el norte, pero obviamente eso ya no se podía, había llegado al fin de la isla. Fue entonces cuando recordé lo que varias personas me habían dicho de las islas Orkney: que eran un lugar muy especial, rico en sitios arqueológicos y en historia medieval. Que eran islas de granjeros y pescadores, pero con todos los servicios y comodidades del "British mainland". Así que, cuando en la oficina de turismo de John O Groats me dijeron que había un ferry a Burwick (la punta sur de South Ronaldsay, la más austral de las islas Orkney) no lo pensé dos veces y decidí dirigirme al muelle. Ahora estoy en Kirkwall, la capital de las Orkney, un pueblo de 8,500 personas que, para los estándares regionales, es una megalópolis. Creo que estaré cuatro o cinco días en estas islas antes de volver a Gran Bretaña y emprender el viaje ciclista de regreso al sur de Inglaterra -donde tomaré un ferry para Francia, a mediados de agosto. Las islas Orkney son curiosas por su compleja identidad: originalmente fueron colonizadas por los vikingos, y permanecieron bajo dominio noruego hasta el siglo XV. De hecho, la bandera de las Orkney es casi idéntica a la de Noruega, excepto por un detalle: en la bandera noruega la cruz azul tiene un marco blanco, y no amarillo. Los vínculos entre las Orkney y Escandinavia son obvios al caminar por las calles de Kirkwall: en el mero centro de la ciudad está el "Centre for Nordic Studies" del Orkney College, y las tiendas de souvenirs están muy cargadas hacia la mitología nórdica. 

File:2007 Flag of Orkney.svg
La bandera de las islas Orkney tiene el
mismo diseño que las banderas nórdicas
(Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca,
Islandia, Islas Feroe, etc)
Esta hermosa bicicleta (Surly LHT) se comportó excelente a lo largo
de todo el viaje! Gracias a Mosquito Bikes en Londres tengo una
máquina confiable y sólida, que me permitirá llegar muy lejos.




Cruzando Gran Bretaña en cifras

Algunos datos curiosos de mi travesía ciclista de Land's End a John O Groats:
  • 1711 kilómetros recorridos en total
  • En promedio 81.5 km al día 
  • Distancia máxima en un día: 126 km de Northwich a Lancaster.
  • 97 horas y 36 minutos pedaleando
  • Velocidad promedio de 17.5 kilómetros por hora
  • Día más rápido: 20.2 km/h de Penrith (Cumbria, Inglaterra) a Hawick (Scottish Borders, Escocia)
  • Día más lento: 14.1 km/h de Land's End a Camborne (Cornwall, Inglaterra... el primer día)
  • Velocidad máxima alcanzada: 70.3 km/h en el trayecto de Bodmin a Zeal Monachorum, en Cornwall y Devon, Inglaterra.
  • Precio promedio de hospedaje: 26.6 libras
  • Noches en:
    • Hotel: 5
    • Bed & Breakfast: 6
    • Hostal: 7
    • Noches acampando: 
  • Ponchaduras: 2 en el trayecto de Braemar a Grantown-on-Spey
  • Días de sol: 1.5
  • Días de nubes: 21.5
  • Días de lluvia: Más de 15 (sólo 1 día de lluvia intensa)
Wheems Farm, un campsite en South Ronaldsay, en las islas Orkney.
Excelente ubicación, sólo 5 libras la noche.




6 jul 2012

Cruzando Gran Bretaña

Pues no, no he podido escribir mucho en las últimas semanas. De hecho, no he escrito nada. He estado muy ocupado con un proyecto que ha consumido casi la totalidad de mis días: cruzar Gran Bretaña de sur a norte en bicicleta, de Land's End en Inglaterra a John O Groates en Escocia. Escribo estas líneas desde un hostal en Edimburgo, Escocia. Ya me falta poco. He pedaleado 1140 kilómetros, y me faltan poco más de 600, o sea 7 días más en el sillín. Pero falta lo más difícil: cruzar las Highlands de Escocia, las montañas Grampians, que son las más altas de toda Gran Bretaña. Y si algo he aprendido en estos 13 días de pedalear intensamente, es que las montañas pueden complicar muchísimo las cosas. Pedalear 120 kilómetros en terreno plano es cosa fácil, sólo es cuestión de invertir 6 o 7 horas. Pero escalar 300 metros verticales en tan solo unos kilómetros puede ser un suplicio... Y en las Highlands, los ascensos en un día son de hasta 600 metros. Bueno, mejor ni pensar en eso ahora mismo -ya llegará la hora! Y de cualquier modo, es inevitable y no hay nada qué hacer, sino aplicar una cantidad bestial de energía y tomar descansos cuando el cuerpo los pide.

El inicio

Los primeros días fueron difíciles. En particular el primer día. Realmente no me preparé físicamente para este viaje, y he pagado el precio. El 23 de junio recogí mi bicicleta de una tienda en Londres (Mosquito Bikes en Islington -se las recomiendo ampliamente si un día planean hacer ciclismo en Gran Bretaña) y en seguida tomé un tren hacia Penzance, una pequeña ciudad en el extremo suroeste de Cornwall, que es el condado más austral y occidental de Inglaterra. Llegué a Penzance a las 6 de la tarde, y a esa hora pretendí dirigirme, pedaleando, a un campamento (campsite) ubicado a unos 10 km al oeste de la ciudad. Vaya mala idea. Llovia, hacía viento, y yo no tenía mapas. A mi celular se le acabó la pila, así que ni siquiera tenía Google Maps. Además, las calles de Penzance resultaron ser de una inclinación brutal, para la cual yo no estaba preparado. Cuando logré salir de la ciudad, me di cuenta que no tenía la más remota idea de dónde estaba el campsite, aparte de la información que ya mencioné (10 km al oeste). Luego de 2 horas, tras haber recorrido 20 km en medio de una tormenta, totalmente empapado, volví a Penzance y busqué un hotel. Encontré uno bastante mediocre, llamado Carlton Hotel, cuyo dueño pretendía hacerme un favor al permitirme hospedarme en su propiedad. Pero en ese momento ya nada importaba, yo sólo quería un baño caliente y una cama donde dormir. Creo que aún alcancé a ver los minutos finales de un juego de la Eurocopa y acabé comiendo comida pseudo-Thai en un restorán que atendía una mesera de Ucrania.

Al día siguiente inició formalmente la aventura -el viaja ciclista de Land's End a John O Groates. Land's End está 16 km al oeste de Penzance, y John O Groates está a casi 1700 km de distancia. Es la ruta que cruza la totalidad de Gran Bretaña, de norte a sur y de oeste a este. El 24 de junio yo estaba listo para comenzar este recorrido. Pero llegar al punto inicial -a Land's End- fue una aventura que yo no tenía planeada. Básicamente, estaba exhausto apenas al salir de Penzance. La primera colina casi me deja tendido sobre el asfalto. Me maldije por no haberme preparado físicamente. Tuve que empujar la bici para subir una, dos, tres colinas. Cuando me quedaba apenas 1 km para llegar a Land's End, un par de jóvenes peatones me miraron, sonrieron y dijeron "You are almost there!", creyendo que estaba completando el viaje desde John O Groates! Tan cansado y descompuesto me veía, aún antes de llegar al punto de salida.

En Land's End, donde todo inició el 24 de junio

Ese día recorri 65 km y llegué a un pueblo llamado Camborne, en Cornwall. Los últimos kilómetros fueron durísimos, y otra vez tuve que empujar la bici en las subidas. Un ciclista local llamado Melvin me vio, perdido y agotado, y me preguntó si tenía dónde hospedarme. Le dije que no. Me dijo cómo llegar al hotel más cercano. Le di las gracias y se fue. Tres minutos después, Melvin volvió, y me dijo que me acompañaría al hotel para garantizar que pudiera encontrarlo. Nos llevó 15 o 20 minutos pedalear o caminar hasta un hotel Premier Inn, que resultó ser bastante más caro de lo que yo esperaba. Pero no había de otra: era el primer día y estaba cansadísimo. Creo que dormí 10 horas aquella noche, y al despertar aún me dolían las piernas.

Los días siguientes las cosas mejoraron gradualmente. Mi cuerpo se acostumbró bastante rápido a la rutina ciclista: levantarme, bañarme, desayunar, pedalear tres horas, almorzar, pedalear otras tres o cuatro horas, cenar, dormir. Si el primer día sólo pude pedalear 65 km en ocho horas, al día siguiente logré recorrer 62 km en la mitad de tiempo. El tercer día pedalée 86 km, y el cuarto 113 km. Desde entonces, he mantenido un promedio diario de 85 km, que es una cifra razonable (equivale a pasar entre cinco y seis horas en la bicicleta cada día). Las colinas y montañas me siguen costando trabajo, pero sé que con una combinación de esfuerzo y descansos breves es posible superarlas.

Entrando a Escocia el 5 de julio, luego de cruzar Inglaterra


Pedalear a través del campo y de los pueblitos es una actividad muy placentera. La bicicleta y el cuerpo humano están en armonía entre sí, pero también con la naturaleza. Las bicicletas no ahuyentan a las ovejas, a las vacas, a las cabras y a otros animales comunes en esta isla. Las bicicletas son silenciosas: en caminos poco transitados, el único ruido que se oye es el de los pájaros y el de las ramas de árboles que mece el viento. Pedalear cinco o seis horas al día puede parecer mucho pero no lo es: la mayor parte del tiempo uno va disfrutando los paisajes, pensando en cualquier cosa, decidiendo dónde comer o dónde hospedarse. Creo que es un estilo de vida más sencillo y disfrutable de lo que a algunos les parece.

Lo que sigue

El próximo sábado 14 de julio espero llegar a John O Groates en Escocia. Será el fin del inicio. Luego vendrá la 2a etapa: pedalear de vuelta al sur de Inglaterra, esta vez recorriendo la costa este de Gran Bretaña. Luego tomaré un ferry a Francia e iniciaré la 3era etapa: pedalear de algún punto en Francia (donde sea que me deje el ferry) a Estambul, cruzando la mayor parte de Europa occidental, central y oriental. 


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